Me mudo de ciudad, provincia y país. También de continente. Escribo todos los días en mi cabeza un posible futuro. Trabajar en un estanco, o en un supermercado. Bajo aplicaciones de citas, para conocer gente. Hablo con algunas personas, me pongo nervioso, hablo un poco más, dejan de hablarme. Quiero asegurarme conocer a alguien. No culpo a quienes eligen no responder más. Posiblemente noten la desesperación que me embarga, y sé que la desesperación no es la calidad más atractiva que alguien puede presentar, menos aún cuando aparece antes de siquiera vernos en persona, en la etapa de planeamiento, a 12.000 kilómetros de distancia. Entro a Google Maps y recorro las calles de Barcelona. Me pregunto cual será el primer bar en el que daré un beso. O en el que me haga mi primer amigo. Tengo miedo de que no exista y no lograr nunca dejar de sentirme turista, pero la razón me aconseja que alguno habrá. O. me dice que la comunicación a través del océano no es la mejor. Le digo que le prometo ser más encantador en persona. Soy más encantador en persona? Dentro de 26 días voy a estar en un refugio de animales, a 50 kilómetros de Barcelona, voluntariando, sacando a pasear perros, limpiando sus desechos, dándoles sus medicinas, mimándolos. Soy más encantador en persona? Terminó la intermisión.
Welcome! Check out Neocities!